La Tormenta que se Aproxima
Semanas o hasta meses antes, empiezan a notarse las señales claras de que un start-up va a fracasar. La gente empieza a llegar tarde por la mañana o tomarse un par de horas a la hora de la comida. Eso quiere decir que están yendo a entrevistarse para cambiar de trabajo a otra compañía. También dejan de ir al trabajo los sábados porque ya no sienten la urgencia de hacer que aquello funcione, salga adelante, se termine de diseñar, se afine el producto o servicio. Cuando regresé del inútil viaje a las imprentas, las señales estaban por doquier: las chicas Jumbalaya pasaban el día platicando entre sí o con amigos por teléfono. Shimon estaba ausente la mayor parte del día. Alegaba que estaba buscando casa, lo que en Silicon Valley puede llevar meses, si no, años. El tipo de marketing se la pasaba llamando a juntas, a las que nadie asistía. El CEO se encerraba en su oficina, paralizado, porque literalmente no sabía qué hacer. Para colmo de males, Everardo me recibió con malas noticias: e...