Los Peligros del Reclutamiento Apresurado

En otro "glorioso fracaso," un grupo industrial mexicano mandó hacer un estudio sobre los tipos de servicios (outsourcings) que las compañías estadounidenses estaban comprando en el extranjero. Resultó que, por mucho, el servicio más demandado era el de programación en lenguajes ya pasados de moda (cobol, por ejemplo) y mantenimiento de sistemas administrativos programados en esos lenguajes (legacy systems).

Se descubrió que el 90% de este tipo de programación y mantenimiento lo hacían compañías de La India, China y varios países europeos, entre ellos y con creciente éxito, Irlanda. "¿Por qué no podemos ofrecer ese tipo de servicios en México?" demandaron los ejecutivos del grupo industrial. Debe de haber mucho talento, dijeron, pues nuestras compañías están funcionando con ese tipo de programas y las escuelas todavía los enseñan. Por lo tanto, se decidió formar una compañía que ofreciera esos servicios. Y, a mí me reclutaron para, a la vez, reclutar los ingenieros en sistemas que se necesitarían para satisfacer la esperada demanda. La orden que se me dió fue reclutar de 40 a 50 ingenieros en, a lo más, tres meses.

Esos tres meses fueron de un ir y venir a Estados Unidos, donde intentábamos vender los "servicios", y fines de semana en Monterrey durante los que entrevistaba a candidatos y decidía a cuales de ellos y ellas contratar.

Ese ejercicio de reclutamiento apresurado fue un fracaso, el que describiré a detalle en otra ocasión, pero solamente explicaré una de las razones por la que fracasó: los ejecutivos del grupo industrial, no siendo gentes de sistemas,  no sabían tres cosas muy importantes: a los ingenieros en sistemas jóvenes no les interesaba programar en lenguajes obsoletos y les aburría hasta las lágrimas mantener viejos y mal hechos sistemas administrativos; los viejos programadores que sí sabían programar en cobol y otros lenguajes obsoletos no le interesaba cambiar a una compañía nueva naciente que representaría una amenaza para su pensión y retiro; y finalmente, las compañías norteamericanas estaban manteniendo sus viejos sistemas solamente el suficiente tiempo mientras los sustituían por sistemas integrados como SAP. En pocas palabras, no entendieron la dinámica del mercado.

Explico todo esto para que se entienda que cuando el CEO me asignó la tarea de reclutar al "personal técnico" sin ningún otro calificativo, le platiqué, como advertencia, lo que había aprendido de el fracaso arriba mencionado. 

"Tenemos que definir bien el producto, el cliente potencial y el mercado,"insistí, "para así poder reclutar el personal adecuado."

"No hay tiempo para eso," me dijo, "iremos definiendo cosas sobre la marcha. Por lo pronto, ya me puse en contacto con mis amigas de HP y van a renunciar a sus puestos ahí y se incorporarán a nuestro start-up la próxima semana."

"Y, ¿qué van a venir a hacer?" pregunté.

"Pues, a definir los productos, claro está," me contestó.

A esas dos personas eventualmente les llamaría yo "the jambalaya crowd" por una canción y por la definición que le da el diccionario a la palabra: "A Cajun dish of rice with shrimp, chicken, and vegetables; 'huge concoctions of gumbo and jambalaya.'

Entonces, solamente me quedaba reclutar a un ingeniero que se encargara de instalar y mantener la red interna y la comunicación con la Internet y que además se encargara de instalar y mantener la red de telefonía.  No dudé en llamar a mi compañero de mil batallas, con quien en conjunto se nos había otorgado dos patentes por cuestiones de comunicación computacional, mi buen amigo Everardo (no es su nombre real.) Le hablé y me dijo que con gusto me ayudaba, por lo menos hasta que el start-up que él y otros ingenieros estaban iniciando recibiera financiamiento (eventualmente lo recibieron, desarrollaron un producto de software muy interesante, y les compró la compañía Cisco, el gigante de ruteadores.)

Resuelto eso, me dedique a buscar, por órdenes del CEO, un jefe de ingeniería. Este era más difícil de encontrar que los proverbiales garbanzos de libra, o los nuggets de oro de un kilo. Se decía que cuando había en choque de autos en la 101, el freeway que corre por el corazón de Silicon Valley, antes de que llegara la policía, o ambulancia, o los de los seguros de coche, llegaban los reclutadores, los "headhunters" quienes cobraban hasta $30,000 USD por reclutar exitosamente un ingeniero de alto nivel.

Queriendo evitar pagar los 30K a los "headhunters," recurrí a las redes sociales. En aquellos tiempos, las "redes sociales" eran literalmente eso, no las redes virtuales de Facebook o Twitter. Acudía uno a ciertos bares/restaurantes de Palo Alto o Los Gatos, lo que uno hoy llamaría "trendy places" y  ahí encontraba uno a ciertas personas que eran verdaderos centros de chismes y rumores. Si alguien estaba disgusto con su empleo actual o estaba buscando un start-up prometedor con posibilidades de convertirlo en otro más de los millonarios de Silicon Valley, estas personas sabían de él o ella y, por un precio mucho menor que el de los headhunters te proporcionaba el nombre y número de teléfono. El acuerdo era que si uno lograba "ganchar" al prospecto, el precio del tip iba de $3000 a $5000 USD.

Fui a un restaurante/bar de Los Gatos, muy concurrido los jueves en la noche, y ahí encontré a quien buscaba: una mujer llamada "Norma." Gordita, con los cachetes siempre chapeados, ojos azules y pelo castaño claro, más que una chismosa profesional parecía una maestra de kinder. Estaba en su lugar preferido: el bar. Sabiendo su preferencia por las margaritas, me senté a su lado y le pedí al barman una jarra de margaritas y la saludé,

"Hola, Norma."

"Hola. Oí que pediste una jarra de margaritas. ¿Quires ahogar una pena, o qué?"

"No. Más bien quiero que me acompañes a vaciarla porque necesito de tus consejos."

"Si crees que con una jarra de margaritas me sacas mis secretos estás equivocado," dijo riendo.

Entre margarita y margarita le conté que andaba buscando un jefe de ingeniería, alguien con experiencia en el desarrollo de sistemas interactivos presentados a clientes por la web. 

"Uff," dijo, "estás pidiendo lo imposible. Si tuviera 20 nombres, los 20 los podría colocar hoy mismo y en las mejores compañías."

"Seguramente, entre los mil millones de habitantes de la India o China debe de haber un..."

"El problema es que la cuota de inmigración de esos países, como de Europa, ya esta llena. Pero, estoy explorando otra posibilidad ."

"Ah, ¿si? ¿Cuál?"

"Israel," me dijo.

Una semana después sonó mi teléfono y al contestarlo oí la voz de Norma que dijo, "Shalom."

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