La Propiedad Intelectual y las Joyas de la Corona

La diferencia entre la propiedad intelectual y las joyas de la corona (me refiero a la corona del trono del Reino Unido), no es, aunque parezca exagerado, el valor. Cualquiera diría que las joyas de la corona valen más que cualquier propiedad intelectual, pues las joyas de la corona  se pueden estimar invaluable dado su "valor" histórico y sentimental (para un pueblo). Pero, en el mercado de la vida real, la propiedad intelectual de compañías como Google, Apple o Microsoft podrían estimarse a más de lo que pudieran valer las joyas de la corona en un mercado de joyas. Me atrevo a decir que en valor, Google vale más no solamente que las joyas de la corona sino de estas junto con la torre en la que se guardan.

Las compañías incipientes, las llamadas start-ups, son tan valiosas como la potencialidad económica, mercantil que guarde su idea inicial, convertida en propiedad intelectual, que a su vez se pueda convertir en productos o servicios que quiera el mercado.

Por eso, en teoría, se guarda esa idea/propiedad intelectual celosamente. Digo en teoría porque en la realidad las ideas y detalles de propiedad intelectual flotan por el ambiente de bares y restaurantes como flotan las aromas de pescado a la parrilla en los excelentes restaurantes Fish Market del Camino Real. Las claves de quien está haciendo que son sutiles pero visibles: quien está comiendo con quien, quien se juntó con quien a tomar la copa, a que conferencias asistieron el CTO y CEO de cierta compañía, que "venture capitalist" le invirtió cuanto a que start-up; que libros están comprando los programadores de cierta compañía. Y no se diga de las claves que puede reunir uno si dejas de escuchar a tu amigo que te está contando que por fin encontró casa en Sunnyvale y pones atención a la conversación de la mesa a un lado.

Hay formas más rudas de obtener o adivinar los detalles de la propiedad intelectual de una compañía rival. La primera vez que vi una "autopsia" quedé maravillado por la habilidad de los ingenieros de hardware y software para indagar qué y cómo hace lo que hace un producto.

Una compañía rival lanzó su producto antes que nosotros. Los ingenieros de software compraron uno en un Fry's, una tienda de la cadena de las excéntricas tiendas de artículos electrónicos y computacionales de Silicon Valley.

Los ingenieros llegaron con el producto a la compañía y lo pusieron sobre una mesa que estaba cubierta con un manto blanco. Los ingenieros del grupo de diseño de hardware procedieron a desmantelar el producto, pieza por pieza, anotando cuidadosamente las características de cada chip, cada alambre, botón, midiendo las salida de señal, el nivel de potencia, etc. Luego hicieron un diagrama de cada tarjeta poniendo al lado de cada componente de estas los número de modelo, señales emitidas y recibidas, etc. El encargado de programar el BIOS de nuestro producto vació el BIOS del producto de la competencia y en una hora había imprimido un listado del código del BIOS enemigo. Al final del día sabíamos todo del producto competidor. Ese tipo de "reverse engineering" es no solamente común sino indispensable en la guerra entre compañías.

Pero, también hay maneras más sutiles de obtener información respecto a propiedad intelectual: en cierta ocasión estaba admirando un juego de palos de golf en una tienda de artículos deportivos. Se acercó a mí un tipo y me dijo, "¿Sabes que mi compañía da como bono a quien se incorpora a nuestra compañía un juego de palos de golf? ¡De la marca que la persona quiera!"

"Ah, ¿si?" respondí.

Me dió una tarjeta de presentación. De inmediato reconocí el nombre de la compañía. Era una que estaba creando motores de búsqueda y pretendía ser líder entre las compañías que estaban haciendo productos similares, entre ellas, la naciente Google. En ese momento sonaron las alarmas en mi cabeza. Llevaba puesta yo una camisa con el logotipo de nuestra compañía. ¿Me había reconocido este tipo como el autor de dos patentes de comunicación entre redes de motores de búsqueda? Su puesto en su compañía era como Gerente de Recursos Humanos.

"¿Por qué no nos visitas el próximo lunes? Quizás haya algo interesante que te podríamos ofrecer en nuestra compañía." dijo con una amplia sonrisa.

Le miré fijamente a los ojos y le dije,

"Sabes que no puedo trabajar en nada relacionado con mis patentes, por lo menos durante dos años. Además, no son mías. Pertenecen, legalmente a la compañía."

"No, no, nada de eso. Siempre estamos buscando talento excepcional. Y siempre hay mil cosas más que hacer para la gente con talento."

Obviamente, no acepté su invitación.

Por eso, cuando Norma me dio los detalles del candidato a Jefe de Ingeniería las alarmas empezaron a sonar. La razón es esta:

Se sabía que ciertas compañías insertaban un "mole," un espía que se contrataba con una compañía rival, trabajaba en esta un año e intentaba averiguar todo lo que fuera posible respecto la propiedad intelectual de la compañía víctima. Los "moles" más preciados eran aquellos de alta competencia técnica porque tienes que saber que es lo que vale la pena robar.

También se comentaba que los mejores candidatos para ser un "mole" eran los ingenieros israelí. No se porque se decía eso, quizás por la reputación que tenía Mossad de ser ingeniosos para infiltrar no solamente los países enemigos sino también los países amigos.

Otra forma de combatir a la competencia era contratar por precios exorbitantes a los ingenieros que habían diseñado piezas clave de los productos competidores. Luego se encerraban en un ambiente "limpio," es decir, libre de todo conocimiento y técnica del producto competidor y tratar de hacer un producto que hiciera lo mismo que la competencia pero con tecnología completamente diferente, intentando, sobre todo, de no infringir ninguna patente de la competencia.

"¿Me vas a ofrecer un ingeniero israelí?"

"Si, mira es..."

"Olvídalo, Norma. Ya sabes los rumores que se corren..."

"No creas tanta bobería. Este es un tipo casado con tres niños que simplemente quiere emigrar a California. Tiene muy buenas referencias."

"Según entiendo, los israelíes quieren emigrar a Israel, no al revés."

"No seas prejuicioso," me dijo, "por lo menos lee sus referencias, habla con sus antiguos empleadores. Y, habla con él."

"¿Antiguos empleadores? ¿No tiene trabajo actualmente? ¿Por qué?"

"Largo de explicar. Mejor que él te lo diga. Te doy su teléfono en Nueva York. Acaba de allegar. Está en casa de unos familiares allá.Te mando sus referencias por mensajero."

Tan pronto colgué, fui a la oficina del CEO y le expliqué la situación.

"Y, ¿por qué dudas en contratarlo?

"Bueno, no he leído sus referencias ni lo he entrevistado, es cierto, pero no me suena a algo normal que alguien deje su trabajo y se venga al otro lado del mundo, teniendo familia y todo, y..."

"Mira, no estamos para ponernos muy estrictos. Contrátalo y si a los dos o tres meses vemos que no es lo que queríamos, lo despedimos y..."

"Y, ¿exactamente qué es lo que queremos?" pregunté.

El CEO frunció la cara y dijo, "Lee las referencias, habla con sus empleadores antiguos y cuando termines, contrátalo."

Esa tarde, después de la comida, llegó el mensajero con las copias de las referencias del ingeniero israelí.

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