Acuerdos en el "back nine" con un usurero

Si no tienes tiempo para jugar los 18 hoyos del Mountain View Municipal Golf Links, lo que se acostumbra es jugar los "front nine" del 1 al 9, después de las 17:00 horas, o los "back nine," del hoyo 10 al 18, si llegas temprano, digamos a las 6:30 AM.

La ventaja de los "front nine" es la privacidad porque ya todos los jugadores normales están terminando sus "rounds" antes de que oscurezca. La ventaja de los "back nine" es que terminas como a las 8:00 AM, lo que te da oportunidad de tomar una ducha y estar en la oficina a las 9:00 AM. Para cuestiones de negocio, los "back nine" son el equivalente del "power breakfast."

El bandido de los bienes raíces que invité a jugar prefería los "back nine" para hacer nuevos negocios y los "front nine" cuando tenía que informar a alguien que tendría que dejar algún inmueble de su propiedad porque debían más de dos meses de renta. Rentar propiedades de este tipo era el equivalente de pedir prestado a un usurero de la mafia. Pero, para un start-up que tenía el tiempo contado para comprobar que era un negocio factible, digno de futuras inversiones por los otros grandes usureros, los inversionistas de Sand Hill Road, no había muchas opciones.

Después de haber terminado de jugar los 9 hoyos tempraneros, y que le había explicado de que se trataba el start-up "Print.com," y quienes eran los inversionistas iniciales, el tipo me dijo, "Ven a verme en la oficina, creo que tengo algo que te pueda servir."

La "oficina" del tipo era un enorme espacio en el segundo piso de un viejo edificio, atestado de unos cincuenta minúsculos cubículos. En cada cubículo había una persona con una computadora en frente de él o ella y una diadema telefónica en la cabeza. La mitad de estas personas, luego supe, estaban rentando espacios a compañías desesperadas por obtener más oficinas para creciente de número de programadores, abogados, ejecutivos de marketing, diseñadores de websites, etc. que estaban llegando en hordas a Silicon Valley, como llegaron los gambusinos de la fiebre del oro de 1849.

Las otras 25 personas de la oficina del tipo estaban comprando cuanto espacio, oficina, o decrépito apartamento estuviera disponible. Tanto las rentas como las compras se efectuaban en cuestiones de horas, no de días.

"Mira," me dijo el tipo, "acabo de cerrar el trato para comprar el edificio donde estuvo alojada la legendaria Fairchild Semiconductor (la compañía que fue pionera en la creación del transistor y los circuitos integrados...¡en 1979!). Vamos a ver el edificio."

Nos fuimos a San José en el carro Saab del tipo. "Lo conseguí," me explicó cuando le pregunté porque había elegido un Saab como coche personal, "como parte del pago de lo que me debía de renta un start-up que cerró el mes pasado."

En aquellos días de locura, iniciaban y cerraban start-ups diariamente. El periódico "San Jose Mercury" (la Biblia de Silicon Valley) tenía una columna en la que se anunciaban las aperturas y cierres como si fueran los arribos y salidas de aviones en el aeropuerto de San José.

Llegamos al edificio en cuestión en San José. Era evidente que el edificio había sido construido en 1979, o por esa época. La única concesión a la era moderna consistía de una cancha de voleibol de playa (con arena y todo) situada en el patio a unos metros de la entrada. "Es donde se celebraban los "beer parties" del viernes," explicó el tipo. En muchos start-ups era la costumbre que los viernes por la tarde se relajaba el personal de la empresa, después de una ardua semana, con cerveza, hamburguesas, hot dogs, etc.

"Tuve que subdividir el edificio," explicó el tipo, "porque rentarlo completo resultaba muy caro para la mayoría de los start-ups."

Ademas, pensé yo, le ha de sacar el doble o triple al rentarlo en pedazos.

El espacio que me ofreció consistía en 5 oficinas, situadas en un largo pasillo, una cocineta, una sala de juntas y baños para hombres y mujeres que compartiríamos con los ocupantes de las otras porciones del edificio que ya estaban ocupadas. El estacionamiento también lo compartiríamos.

"¿Cuánto vas a querer por esta reliquia de los años setenta?" le pregunté.

 "Está barato, muy bien situado."

"¿Cuánto?"

"Diez mil al mes."

"Estas loco. Mejor nos quedamos en la incubadora."

"Ok, ok. Siete los primeros seis meses y no les cobro servicios...agua, luz."

"Vamos a necesitar conectividad a la Internet, computadoras, muebles de oficina, telefonía y un apartamento para mí."

"Yo te puedo conseguir todo lo que necesites, a buen precio."

Así fue. Nos consiguió todo en el plan "lease with option to buy." Arrendado con opción a compra.

En cuanto a mi "apartamento" resultó ser un "estudio" de 27 metros cuadrados que costaba $1,500 USD al mes. Ah, pero el complejo de apartamentos tenía alberca y todos los sábados había un "brunch" en la sala comunitaria que consistía de donas y café.

En una semana ya estábamos los chicos y yo en nuestras flamantes oficinas, listos para iniciar operaciones, es decir, listos para reclutar personal.


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